lunes, 7 de julio de 2008

AMIGO PACO VARGAS Vicepresidente de la Asociación Vecinal Puerta del Sol





De sobra sabemos todos que la muerte nos ha de llegar tarde o temprano, pero siempre. Quizás caigamos con demasiada frecuencia en el tópico ese de: ¡Que bueno era! y esas cosas que se dicen cuando ya no están las personas entre nosotros, esos que por suerte o desgracia aún respiramos bajo el cielo infinito cada día.

Yo, amigo Paco, no me gusta ser adulador de personas, aunque reconozco que muchas veces los buenos amigos, como tú eras, siempre me estáis recriminando que no todo el mundo es bueno. Efectivamente, a veces las navajadas traperas se hunden en mi espalda en demasiadas ocasiones; pero bueno, ya estoy acostumbrado.

Sin embargo, amigo Vargas, mentiría como un bellaco si no te digo que tú eras un buen amigo, un hombre honesto, un hombre agradecido, un compañero superior, un ser humano ejemplar, un padre bueno y un directivo de nuestra Asociación Vecinal Puerta del Sol, comprometido, eficaz y necesario. Jamas te quejastes de tu tarea, últimamente la de Vicepresidente, a pesar de tu incurable enfermedad. Siempre estuviste dispuesto a trabajar por todo en tu barrio; mostrando muchas veces un inusitado afán e interés por los vecinos y sus problemas.

No sabes la rabia e impotencia que sentí al enterarme por teléfono de tu fallecimiento. El día que te enterraron estaba yo en Granada y no pude verte por última vez. En ese instante de recibir la fatal noticia, sólo se me ocurrió que rogaran por tu alma tus Virgenes preferidas: La Soledad y la de Guadalupe. Tambien me comprometí asistir a la misa de tu funeral para acompañar a tu Rubia, tus hijos, familiares y amigos. ¡Cosas que ocurren así!.

Despues, un poco más tranquilo y con el paso de los días, mi cabeza se puso a rebobinar historias, vivencias y anécdotas que hemos vivido juntos; desde aquella lejana amistad cuando los dos éramos costaleros de la Soledad, hasta los buenos ratos que nos hemos llevado en nuestra Asociación conviviendo durante muchos años.

Muchas veces me viene a la memoria, aquello de ; ¡raza calé!, si, era la contestación grata y amiga que siempre me dabas cuando yo te decia al verte: Vargas Heredia!.

En fin, ya no podemos saludarnos ni bebernos un vaso de vino juntos, la vida es así de cruel e inexplicable. Amigo Paco, yo no quiero creer en eso que dice la gente que parece que siempre los más buenos se mueren antes, pero esta vez, tu muerte me hace reflexionar de nuevo sobre esto, pues sabes Paco, casi estoy empezando a creérmelo. Amigo Vargas, descansa en paz. ¡Te queremos!.

Tu amistad no olvidaré ni tu persona tampoco, buscandote poco a poco: Allí yo te encontraré.

Francisco Delgado Molina

Julio de 2008


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